Alyssa y Logan lo son todo el uno para el otro, pero un trágico suceso los separa durante años.
Cuando finalmente estas dos almas rotas se reencuentran, deberán enfrentarse al pasado. 
¿Podrá el amor resurgir de sus cenizas y volver a arder?

Este es el segundo libro que nos trae la serie de los elementos: El fuego que nos une. Y es cierto, a los protagonistas les une un fuego que les atrae hasta que se queman. 

El comienzo del libro ya te impresiona. Ves a unos chicos con malas pintas, pero que uno de ellos atrae a nuestra protagonista Alyssa. El chico que le atrae se llama Logan.

Logan viene de un ambiente familiar vicioso, malo: drogas, malos tratos, carencias afectivas. En fin, nada agradable. Su madre es una yonki y su padre el proveedor. No vive con ellos, pero en las contadas ocasiones que aparece les destroza un poco más la vida. 

Logan tiene un hermano, Kellan. Solo comparten a la madre, el tiene otro padre. Pero siempre se ha preocupado por su hermano y su madre. 

Kellan sale con Erika, la hermana de Alyssa. 

Y ya tenemos todo el plantel. 

Alyssa y Logan se hacen amigos inseparables. Ella viene de una buena familia, pero al igual que Logan también tiene carencias: un padre que la  ha abandonado y una madre un tanto neurótica. 

Pasan de ser amigos a algo más con el paso del tiempo. Se dan cuenta que van sintiendo algo más el uno por el otro. Un día Alyssa descubre que está embarazada. 

Por una serie de cuestiones trágicas, que no os voy a contar, Alyssa pierde el niño y todo se rompe. 

Pasan cinco años hasta que se vuelven a encontrar. Y parece que siguen en el mismo punto donde lo dejaron la vez anterior.

Ese fuego que comenté al principio sigue ahí. Pero ninguno quiere volver a sufrir. 

Kellan y Erika también nos cuentan su historia. Tampoco es una historia donde todo es maravilloso. 

Me ha sorprendido, lo duro que es este libro. El anterior ya lo fue, pero creo que este tiene todo lo que te puedas imaginar. Drogas, una enfermedad difícil y malvada, malos tratos, superación, amor... etc.