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viernes, 17 de mayo de 2019

El FBI ha retirado del caso Anson Bishop (el asesino de El Cuarto Mono) a Porter y su equipo, que pronto se enfrentan a una nueva serie de asesinatos: tras estar desaparecida durante tres semanas, el cuerpo de Ella Reynolds aparece en un estanque del Parque Jackson, aunque el agua hace meses que se heló. Además, lleva la ropa de otra joven desaparecida hace tan sólo dos días. Porter y su equipo empiezan a reconstruir las pistas de este nuevo caso y, al mismo tiempo, en secreto, Porter sigue el rastro de Anson. Cuando sus superiores lo descubren, Porter queda suspendido de sus funciones mientras Clair y Nash buscan al asesino del lago. La pista de Anson llevará a Porter desde Chicago hasta Nueva Orleans y a Carolina del Sur. A cada paso que da, Anson parece estar manipulando los acontecimientos, siempre un paso por delante y Porter se da cuenta de que el único lugar más oscuro que la mente de un asesino en serie es la de la madre que le dio la vida.

Si no has leído el libro anterior, El cuarto mono, te recomiendo que lo hagas, pues sino no entenderás muchas cosas en este libro. 
Retomamos la historia más o menos en el punto donde terminó El cuarto mono. Con un comienzo estremecedor, empezamos a tener víctimas que no parecen tener relación con el asesino Bishop. El FBI también anda investigando pues les quitaron el caso. Y poco a poco iremos viendo que ambas investigaciones van teniendo más relación de la que creían. 

No voy a contar mucho más. Pero el caso da un giro que no me esperaba. Y de repente, Fin. Eso nos emplaza a un tercer libro. 
Cómo siempre sabe mantener el pulso con el lector de tal manera que no sepamos de dónde nos vienen las cosas. Pero te atrapa desde la primera línea. 

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