La noche en que Kyara conoce a Ethan, ella no podía imaginar que su vida cambiaría para siempre. Desde ese primer momento algo se agita en su interior y va aflorando en cada encuentro fugaz, pero es incapaz de tirar los dados para seguirle el juego.

Ethan intentará por todos los medios acaparar su atención, aunque no siempre será suficiente puesto que los fantasmas del pasado siempre regresan.

¿Conseguirá Ethan que Kyara supere los traumas que arrastra desde la adolescencia? ¿Será ella capaz de contarle sus miedos y dejarlos atrás para poder construir un futuro junto a su príncipe azul?

De este libro me gustó su portada. Esa rana abrazada a un corazón me pareció de lo más tierno. Y es cierto, el libro es muy tierno. En ocasiones hace que alguna lagrimilla se escape, pero sobre todo hay muchas risas. Y muchas ranas también. 

No os voy a desvelar nada, dejaré que lo descubráis, pero la portada guarda relación con la historia.  A mí me hizo mucha gracia. 

Descubriremos a kyara y como un suceso traumático de hace diez años hace que no pueda hacer una vida normal. Vive agobiada con ello. Duerme mal, pero a ella nunca le falta su sonrisa en su cara. Y eso que no lo pasa bien: En casa van mal de dinero y ella entrega casi todo lo que gana. En el trabajo tiene buenas compañeras menos a la jefa de tienda que es una avinagrada. La vida le sonríe cuando conoce a Africa Scott y de rebote a su hermano Ethan. Y a partir de aquí las cosas empiezan a cambiar. 

Solo os contaré que sus amigas y compañeras de trabajo son muy burras, pero divertidas. Africa tiene un gran corazón y Ethan es un empotrador