Mario Aguirre, el padre de Paula, lleva desaparecido unos días. Por más que su hija trata de localizarlo, no logra dar con su paradero y por ello busca la ayuda de Javier Muñoz, inspector de policía. Diez años atrás, Javier y Paula mantuvieron una relación que nunca ha acabado del todo. De vez en cuando sellan treguas que duran solo unos días, y de las que los dos salen siempre heridos.

Paula sabe que estar cerca de Javier no es lo más sensato, porque recuperarse después de estar juntos es cada vez más difícil, pero necesita que sea él el que la ayude a encontrar a su padre y no duda en pedírselo. El magnetismo que existe entre ellos es tal que quizá el viaje que emprenden para encontrar a Mario no sea muy buena idea, quizá exponga demasiado sus sentimientos.

Este es un libro que cogí como libro de tránsito entre uno muy bueno. Y resulta que me encontré en pocas páginas (155), una gran historia de amor. Una historia de segundas, terceras o cuartas oportunidades. 

Es muy emotivo. A partir de una supuesta desaparición, el padre de Paula, esta y Javier vuelven a juntarse para buscar a Mario. 

Cuando parece que todo se puede resolver, Paula da marcha atrás, pues tiene miedo. ¿Y quién no? El amor es lo que tiene, da miedo arriesgarse. Y lo más importante, siempre hay que hablar entre la pareja. Aquí vemos los malentendidos que puede ocasionar no hablar. 

En un momento que la vida les da un revés, Paula reacciona y se da cuenta de que puede perder al hombre que ha querido siempre. 

No os cuento más, porque ya he dicho que es muy cortito. Pero me ha parecido impresionante lo mucho que dice.