Lo mágico del amor es que cuando comienzas a creer que no existe, llega alguien que te demuestra lo contrario.

Ivar es un vikingo noruego cabezota, de carácter frío, que permanece anclado a una vida que ya no le pertenece. Cuando se traslada a las Islas Lofoten para ayudar a su hermana no imagina que ese viaje le cambiará la existencia para siempre.

Brenda, una asturiana alocada de carácter rebelde, viaja a Noruega en busca de las auroras boreales y de respuestas que le aclaren su futuro. Desconoce que mientras intenta encontrar las luces del norte se cruzará con un vikingo que trastocará todos sus planes.

¿Se atreverá Ivar a lanzarse? ¿Cuándo decide alguien que ya ha fracasado demasiado? ¿Querrá Brenda luchar por lo que siente o preferirá silenciar el corazón para no sufrir?

Una historia que trata sobre el destino. Aquello que tu puedes perseguir, pero que en ocasiones el destino te lo pone delante una y otra vez. Ambientada en Noruega y con la serie Vikingos tan de moda, me decidí a leer esta historia corta, pero no por ello se queda corta. Están muy bien aprovechados sus 199 páginas.

Descubrimos a Ivar un hombre viudo que llora a su mujer y cree que no encontrará el amor de nuevo. Aunque su esposa le ha dejado una carta donde le dice que no renuncie al amor. 

Brenda es una asturiana que está pasando un bache: sin trabajo, su relación se ha terminado y su entorno familiar no está muy de acuerdo con sus decisiones últmamente. Así que emprende un viaje con su amiga. Un viaje soñado hace tiempo. Después de haber estudiado en Noruega hace tiempo se prometió volver. Y aquí está. 

El encuentro entre Ivar y Brenda es un auténtico flechazo. Algo ocurre. Pero trascurre tiempo hasta que ocurre algo entre ellos. 

Me ha gustado mucho como ha jugado con la magia del lugar, la mitología noruega y los pensamientos de los protagonistas.