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miércoles, 24 de julio de 2019

Nadie dijo que fuera un santo Este es el reportaje que he querido escribir toda mi vida. Su protagonista: Malcolm Saint. Pero, a pesar de su apellido, el empresario más rico y codiciado de Chicago no tiene nada de santo. Malcolm esconde secretos muy oscuros y estoy decidida a desenmascararlo para salvar mi puesto de trabajo. Pero nunca creí que sería él quien revelaría mi verdadero yo…

Nuestros protagonistas son: Malcolm Saint y Rachel Livingston.  Malcolm Saint es un millonario que ha tenido una infancia dura y triste y ha sabido hacerse así mismo. Dirije un imperio, pero es muchas más cosas. Oculta muchas cosas. Tiene fama de mujeriego y eso está confirmado, no son rumores. 
Rachel es una escritora en una revista. Escribe una columna. La revista pasa un mal momento y le ofrecen hacer un gran trabajo. El trabajo que lleva tiempo esperando. Escribir sobre Malcolm Saint. Entrevistarle sobre su empresa, pero si puede descubrir sus secretos mejor, que mejor. 
Lo que pasa que nadie cuenta con los sentimientos. Los de ambos. Y aunque parece que solo hay atracción, una novedad para Malcolm y un reportaje para Rachel hay mucho más. 

Me ha gustado. Sé que tiene malas críticas, pero los diálogos entre ellos me divierten. Las situaciones en las que se ve Rachel. Todo por lo que lucha: quiere vivir en un lugar que esté libre de crímenes, cuidar a los animales, es amiga de sus amigas, y quiere que su madre tenga todo aquello que no ha tenido. Y por supuesto encontrar un hombre digno. Bueno. 
Malcolm no cree en las relaciones. Pero cuando conoce a Rachel algo cambia. Ve que no va tras su dinero y tampoco va directa a su cama. 
Pero está claro que todo se complica. Ella nunca le habla sobre que escribe. 
No os cuento más. Hay que leerlo. Y a mí ahora me falta la segunda parte y las que faltan. Por que quiero la historia de sus amigos. 

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