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jueves, 21 de febrero de 2019

Los huéspedes que van llegando al encantador y remoto hotelito Mitchell's Inn se observan mutuamente con interés pero desde una prudente distancia. Todos ellos han recalado allí en busca de un relajante (quizá hasta romántico) fin de semana en medio del bosque y lejos de sus vidas. El hotel presume de contar con acogedoras habitaciones, elegantes chimeneas de leña y una bodega bien surtida. La oportunidad perfecta para practicar el esquí o acurrucarse en la cama con una buena novela de misterio. Pero cuando una violenta tormenta azota las montañas y corta la electricidad, el grupo se ve completamente aislado del resto del mundo. Nadie puede entrar... ni salir. Entonces descubren el primer cadáver, y la horrible verdad sale a la luz. Tienen a un asesino entre ellos.

Tercer libro que leo de esta autora y por fin encuentro lo que buscaba. Me ha durado muy poco. No como los dos anteriores, que me aburrían y duraron algo más. 
Esta  historia nada más empezar a aparecer cadáveres te recuerda a Diez negritos de Agatha Christie. Salvando diferencias. 
Cuando conoces a los huéspedes del hotel, que por cierto tiene mucho encanto, ves que no es oro todo lo que reluce. Es decir, no son lo que aparentan. Todo el mundo esconde secretos. Unos confesables y otros no tanto. O al menos no quieres que nadie los sepa.
Como consecuencia de una tormenta de nieve quedan atrapados e incomunicados en el hotel. Sin poder escapar del asesino. 

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