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jueves, 6 de diciembre de 2018


Emerie llega a Nueva York para comenzar su nuevo trabajo como terapeuta familiar. Ha alquilado para su consulta una gran oficina compartida en una ubicación fantástica y asequible, dos cosas difíciles de encontrar cuando se vive en Nueva York. Hasta que se percata que ha sido estafada y le han robado 10.000 dólares. Drew, el dueño de la oficina, se apiada de ella y acepta que se quede si a cambio le ayuda también a él trabajando como su recepcionista. La oficina puede ser grande, pero no lo suficiente como para contener la tensión sexual que hay entre los dos.
Mientras Emerie y Drew luchan por controlar sus impulsos, Drew por su parte tiene sus propios problemas, lidiando con la posibilidad de que su hijo pequeño, que tuvo con su ex, no sea suyo.

Nada más ver que publicaban de nuevo a esta autora sabía que tenía que leerlo. Después la recomendación de una lectora con la que coincido, Carmen, y después de leer el argumento, me tiré a leerlo en cuánto pude. Que novela más bonita, divertida,sexy, y entretenida. Sin historias raras, en cuanto a ahora si, ahora no. 
Estamos ante dos protagonistas muy bien construidos.

Drew es un abogado sexy, arrogante, guapo y lo sabe, y está acostumbrado a llevar una vida en la que desconfía de las mujeres. Tal vez por su experiencia pasada, su trabajo, o todo ello junto. 
Emerie ha venido a Nueva York a construirse a una vida y lo primero que se encuentra es que cree que Drew le está robando, y éste cree que tiene una ocupa en su oficina. Ese primer encuentro es memorable. Y partir de aquí la historia empieza. 
Hay atracción desde el principio. Saltan chispas. Me encantan los diálogos entre ellos. 
Del resto de los protagonistas me quedo con el amigo de Drew, Roman. Los otros me caen mal, no digo más. 
Conoceremos a la ex de Drew que es odiosa, en serio. 
Veremos hasta donde son capaces los protagonistas de luchar por lo que quieren. 

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