Cuando terminas una trilogía y te ha gustando tanto que sigue dando vueltas por tu cabeza es algo que merece la pena disfrutar. Hacía tiempo que no me enganchaba tanto a una serie. Y por supuesto ha sido de la mano de Julie Kenner. Siempre me hace disfrutar de sus historias.
En este caso tenemos a Dallas y a Jane. Se conocen desde niños y se han querido desde entonces. Siempre han sabido que sienten algo tan fuerte que no son capaces de estar separados. Pero los padres de ambos, pues son hermanos de adopción, aunque no de sangre, se oponen, les dicen que lo de ellos está prohibido, que es pecado, tabú.
Todo se complica cuando Dallas y Jane son secuestrados. 17 años después las cosas entre ellos no han cambiado, pero viven separados. Pero se dan cuenta que lo que sienten no ha cambiado y deciden volver a sentir juntos lo que una vez tuvieron. Entre aquellas paredes frías, mohosas.. etc.
Pero hay que luchar por lo que se quiere y en este caso no será distinto.

Me han gustado mucho los dos personajes. Tanto Dallas, como Jane, están muy bien desarrollados. Tienen sus problemas, pero saben vivir con ellos. Han sabido seguir adelante. Y no viven traumatizados con ellos.
Ella no es una mujer indefensa, todo lo contrario, ha luchado por lo que quiere, y sabe defenderse de cualquier cosa. Menos del amor que siente por Dallas. Y sufre al verlo hacer de playboy, día si, y día también. Es algo que la martiriza y decide ponerle remedio.
Dallas, no es el típico protagonista maltratado, y rico. Sino que esconde algo más. Un secreto que espera mantener pues no solo le afecta a él, sino a más personas.
Me encanta ver que volvemos a ver a Damien Stark y a Nikki, también a Jackson y a Silvya. Son pequeñas apariciones, pero me encanta.
Una pega. Tal vez un epílogo algo más largo, saber algo más de Liam, Quincy y de nuestros protagonistas.